sábado, 15 de noviembre de 2014

EL PRÓXIMO VIRUS TRAS EL ÉBOLA


En la península Arábiga, en medio del desierto, un virus desconocido comenzó a matar personas en 2012. A los primeros síntomas, tos y fiebre elevada, le seguían falta de aliento, neumonía, fallo renal y muerte. Hasta el pasado verano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado 699 contagiados en 21 países. El virus es letal en el 30% de los casos. No hay tratamiento ni vacuna.
Bautizado como MERS-CoV (siglas de Síndrome Respiratorio por Coronavirus de Oriente Medio), el virus no ha matado lo suficiente como para atraer la atención de los medios. Como el ébola, se transmite por contacto estrecho con el enfermo. Pero existe un caso preocupante publicado en la revista International Journal of Infectious Diseases: un hombre de 51 años lo contrajo en la sala de emergencias del hospital de Riad, en Arabia Saudí, donde ingresó. El equipo de médicos de Ali S. Omrani, después de estudiar todas las posibilidades, no descartó el contagio por una persona asintomática, que “podría convertirse en un contribuidor más importante de lo que se creía para la transmisión”.
Un virus así desatado podría ser un argumento excelente para una película de desastre. Pero hay muchos otros patógenos fuera de la pantalla dispuestos a amargarnos, cada uno con su particular carné biológico: el virus del SARS, de la gripe aviar, el virus de Marburgo… por no mentar superbacterias como Staphylococcus aureus –inmune a muchos antibióticos– o cepas bacterianas multirresistentes que traen de nuevo el temido recuerdo de otro siglo de tuberculosis incurables frente a las que nada pueden hacer los fármacos que nos hicieron olvidarlas. La lista es tan larga que la OMS calcula que desde 1940 la humanidad se ha visto sobresaltada por más de trescientas enfermedades emergentes (entre ellas, el SIDA, que ha matado a 35 millones de personas).
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