A las ventajas técnicas de contar con drones para supervisar la
recuperación del monte quemado hay que añadir las económicas. La
reducción de los costes es otra contribución de las nuevas tecnologías a
la regeneración de la Serra de Tramuntana de Mallorca después
del incendio que arrasó más de 2.300 hectáreas en 2013. Como si la mala
conciencia del progreso humano le llevara a querer compensar de vez en
cuando los daños causados.
«Vivimos en una época que algunos científicos ya definen como
Antropoceno». Una época que se caracteriza por la acción erosiva y
transformadora del hombre sobre los ecosistemas terrestres, según
explica Joan Estrany, uno de los científicos de la Universitat de les Illes Balears
(UIB) que colabora con el Govern en el seguimiento de la vegetación y
de los procesos de erosión en la zona afectada por el fuego. Según
explica, parte de esa zona aún no se había recuperado del incendio de
1994 cuando la mano del hombre puso de nuevo el contador a cero.
El proyecto tiene como objetivos prioritarios averiguar de qué manera
influyen en la dinámica vegetal las diferentes técnicas de restauración
y medir la efectividad de las actuaciones de prevención de la erosión.
Para ello, se efectúa una labor de monitorización continua que incluye
la recolección de imágenes en zonas inaccesibles para el hombre que
resultan, según la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente y
Territorio, «de una ayuda inestimable para la toma de decisiones».
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