El enclave de Khao Kheow se extiende por la falda de la colina.
Incluía cerca de 40 habitáculos. Algunos -los mayores- edificados como
si fueran 'jaulas' de bambú, que clausuraba una puerta del mismo
material. Los cautivos dormían sobre plásticos dispuestos sobre la
tierra.
El complejo debía de llevar mucho tiempo 'funcionando'.
"Unos tres años", indica un habitante de Ban Taloh. Se nota en la
perfecta organización del enclave. Hay 'escaleras' moldeadas sobre la
tierra, bancos frente a las casamatas de los reos, tres pequeños
depósitos de agua construidos con plásticos y estacas, una torreta de
madera desde la que se podía vigilar todo el área, barracas habilitadas
como cocinas y hasta lo que parece una 'zona noble', ubicada en la parte
más elevada del montículo.
Allí se divisa una pequeña choza individual. Quizás la única del
sitio. La más refinada de un destino vinculado al sufrimiento. Tenía
incluso maceteros con plantas y un sofisticado asiento de bambú con
motivos ornamentales.
Un pequeño poblado que los uniformados creen que podía albergar hasta 1.000 prisioneros.
El lugar está repleto de los enseres que abandonaron sus inquilinos en la apresurada huida.
Hay hamacas colgadas en las cabañas -debían ser las que usaban los
'privilegiados', toallas secándose en pasamanos de bambú, platos y
calderos apilados en la 'cocina'...
Los militares que irrumpieron en el lugar lo encontraron vacío.
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