Tutansasa sigue siendo una pura piltrafa. Un cúmulo de huesos y
pellejo agrietado incapaz de incorporarse. Ni siquiera puede abrir las
manos. Tiene los dedos agarrotados. Tampoco dispone de fuerza para
levantar las piernas. El joven, de 28 años, respira con dificultad. "Lo
trajeron hace más de dos semanas con una desnutrición muy grave. Tardará
al menos seis meses en poder caminar", estima la doctora.
Una valoración optimista porque Mumramut, que descansa en la cama contigua, lleva casi un año postrado. La penuria que sufrió en los campos de Khao Kheow fue tal, que su organismo no ha conseguido recuperarse.
Le cuesta hasta hablar. "No mejora", admite la especialista. La imagen
de los dos pacientes -supervivientes ambos de estos centros de
reclusión- sintetiza todo el tétrico simbolismo de Khao Kheow.
En África, la trata esclavista se asocia a nombres que todavía hoy evocan tragedia.
Lugares como Goree, en Senegal, o el Castillo de Cabo Costa, en Ghana.
El mismo que visitó Barack Obama en el 2009 para rendir homenaje a las
víctimas de esa trata inhumana. "A veces toleramos la maldad", dijo el
presidente de EEUU.
Eso es precisamente lo que ocurrió durante años con Khao
Kheow, la cordillera que separa la provincia tailandesa de Songkhla de
Malasia.
Ahora, la estremecedora realidad comienza a aflorar. Casi una
veintena de residentes, víctimas, militares y funcionarios de Tailandia han reconocido a este periódico la existencia de un auténtico "mercado de seres humanos" en esta región selvática, cerca de la localidad de Pedang Besar.
Aquí, la mafia local disponía hasta hace pocas semanas de decenas de
centros de reclusión -los "campos de la muerte", los bautizó la prensa
local- donde mantenían como rehenes a Rohingyas y bangladesíes hasta que sus familias pagaban un 'rescate' para liberarlos. Un número indeterminado murió a causa de las privaciones o asesinados por los traficantes.
Tras años de permisividad, Bangkok lanzó una ofensiva contra este
negocio ilegal el pasado día 1, desarticulando muchos de estos
emplazamientos, pero provocando como efecto colateral que miles de víctimas de la trata quedaran atrapadas en alta mar.
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