PUEBLO FANTASMA EN NEPAL
“Ya no queda nadie en Yarmasing”, confirma desde Katmandú Pablo Castro, de la oenegé Namlo Europa. El terremoto del 25 de abril destrozó la gran mayoría de las alrededor de 150 casas que salpican las colinas de este pueblo del distrito de Sindupalchok. El seísmo del 12 empujó a los vecinos
que quedaban a marchar, aterrorizados por las réplicas y por la
imposibilidad de recuperar su ritmo de vida en un entorno en ruinas. “Al
menos hasta después de la temporada de lluvias (que se prevé que
empiece en unas dos semanas) nadie piensa regresar a Yarmasing”, añade
Castro.
Los habitantes de Yarmasing -no se dispone de una cifra
precisa pero se calculan unos 700-, se han repartido en distintos
destinos: unos fueron evacuados en helicóptero hasta Katmandú,
otros marcharon andando a localidades cercanas, donde se han alojado
con familiares o amigos, cuenta Magda Nos, la alpinista catalana que
creó esta oenegé con el objetivo de construir escuelas y empoderar a las
mujeres en enclaves de montaña.
El drama de Yarmasing lo están viviendo los vecinos de otras tantas
localidades del distrito de Sindupalchok o del valle de Langtang, dos de
las zonas más afectadas. “Hay más pueblos que han perdido el 90% de sus
casas, algunos se reconstruirán en otros emplazamientos. También hay
aldeas remotas donde todavía queda gente, comparten las pocas viviendas
que siguen en pie, se juntan en cobertizos destinados al ganado… Lo que
más nos preocupa es el cobijo cuando llegue del monzón; además, las
carreteras volverán a quedar impracticables”, explica desde Katmandú
Daniel Burgui, de Acción contra el Hambre
Un total de 494.717
casas de este país del Himalaya han quedado completamente destruidas y
267.2373 con daños, según datos del Gobierno de Nepal difundidos ayer
por la OCHA, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la
ONU. La cifra de víctimas mortales se eleva a 8.631.
Las familias
que se han quedado al raso han tenido que buscarse la vida, sea en
campamentos improvisados o instalándose en viviendas de familiares o
conocidos. “Ahora, el Gobierno nos ha cedido unos terrenos en Katmandú
donde se podrán quedar el tiempo que sea necesario unas 300 personas de
Yarmasing. Nosotros les proporcionamos las tiendas y la comida”, comenta
Nos. “En cualquier solar vacío la gente pone lonas de plástico… No hay
gestión alguna. Aquí, en Katmandú, los vecinos hacen vida normal, pero
después del segundo terremoto muchos decidieron dormir en la calle por
miedo. De día van al trabajo y de noche se quedan en la calle”, añade
Burgui. Acción contra el Hambre ha puesto en marcha un programa de cash
for work (dinero por trabajo) consistente en pagar a los afectados para
que limpien los escombros y reconstruyan las infraestructuras dañadas;
de esta manera agilizan la reconstrucción y obtienen recursos para
comprar artículos de primera necesidad.
Las oenegés
especializadas en educación calculan que unos 870.000 niños de entre
tres y 18 años no podrán regresar a clase el próximo 31 de mayo, el día
fijado por el Gobierno. Entre ellos está el centenar de escolares de
Yarmasing, donde el primer terremoto también provocó importantes daños
en su escuela. Los terremotos demolieron más de 25.000 clases y causaron
desperfectos en 10.000. Mariana Palavra, de Unicef, concreta que se
habilitarán tiendas que funcionarán como centros temporales de
aprendizaje.
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